6/11/2006

La tsuba de marfil

-Mi nombre es Akodo Niou, y yo haré las funciones de arbitro.


El grulla asintió con una sonrisita, seguro de sí mismo. En sus ojos se veía claramente la sed de sangre, y en sus manos, acariciando nerviosamente la empuñadura de su espléndida katana, se veía el anhelo de matar.


Junto a él, la siniestra figura bajó ligéramente la cabeza en señal de aprobación, y se deleitó observando los gestos del grulla. Sin duda era elegante en sus movimientos, el fabuloso kimono, su bolsa inro, su daisho.. Todo estaba exquisitamente conjuntado, pero la siniestra figura no pudo evitar compararlo mentalmente con un pavo real engalanado. Una mueca parecida a una sonrisa apareció en sus labios, pero nadie pudo verlo detras de su kabuto. La figura siguió escrutando pausadamente a su rival, y su vista se posó sobre el wakizashi. En su saya lacada en lapislázuli y en la tsuba de marfil con grullas entrelazadas talladas. Sonrió ampliamente, pero tampoco nadie pudo verlo.


-Vamos, Lobo, quedarte ahí quieto no hará más que retrasar lo inevitable.-Dijo el grulla, con evidentes signos de impaciencia.


La figura se tomó aún unos instantes, antes de apartar su capa y desenvainar relajadamente su wakizashi, mientras avanzaba. A unos veinte pasos de distancia, clavó profundamente el wakizashi en el suelo, volvió a su posición original, y dirigiendose al grulla, dijo:


-Si tu técnica es tan depurada como dices, samurai, sin duda serás capaz , al igual que el rio, de adaptarte a las distintas eventualidades del combate. Si todo esto es cierto, no tendrás inconveniente en clavar tu wakizashi junto al mio, y resolver este duelo de la siguiente forma: Aquel que desde esta distancia, consiga derribar de una pedrada el wakizashi del otro, será el vencedor.


Los ojos del grulla amenazaron con salirse de sus órbitas. La sangre le hervía en las venas, tanto por la ostentosa falta de respeto del ronin al dirigirse a él, como por lo absurdo de su propuesta. Un duelo debía resolverse con un golpe de katana. Se giró hacia el arbitro con clara intención de protestar, pero antes de que pudiera decir nada, Akodo Niou dió su visto bueno con un sonoro -“Hai”, me parece justo.